La ilusión creció con ella
sacudió su espacio interior
una conquista en ciernes;
poco habló con mamá y papá
a tanta insistencia jugó su destino y
la llamada etapa de la vida, aceptó.
Se juraron amor eterno
hubo pedida de mano y boda
al tiempo un niño y una niña
luego pequeñas escaramuzas
mientras dibujaban las agujas del tiempo
deslizábanse en caída libre.
De pronto… se realizó el vaivén del destino
con el canje a la vista
de susurros por gritos
de halagos por reproches
de caricias por golpes y
de lágrimas de emoción por las de decepción
cada gota un eslabón y la cadena más larga
fijó la mirada del rostro quebrado
una alerta contundente del espejo
mudo testigo que adornaba sus prejuicios
mil excusas de golpes en el pecho
anunciada torpeza propia de autoculpas
y fue el silencio leal consejero, su peor enemigo.